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Cuando la Brecha Generacional se Convierte en Riesgo Estratégico

A propósito del artículo: “¿Cómo se puede gestionar un Equipo de Millennials?" (https://www.gestionenti.com/post/c%C3%B3mo-se-puede-gestionar-un-equipo-de-millennials) quisiera hablar acerca de un desafío que la mayoría de los Consultores de Transformación Digital vivimos: La tendencia a priorizar las tecnologías sobre la dimensión humana como motor de cambio.  En nuestra carrera por la eficiencia, muchos olvidamos algo irremplazable: la intuición desarrollada por años de experiencia.

Fuente: imagen generada con la IA Gemini de Google.


La demografía de la población activa está cambiando, con un número creciente de personas Z incorporándose a la fuerza laboral actual.


Como resultado, en la mayoría de las organizaciones encontramos tres o hasta cuatro generaciones trabajando juntas.  Una empresa promedio hoy luce como un foro intergeneracional: Baby Boomers, Generación X, Millennials y Generación Z, todos conviviendo bajo un mismo techo, pero en la mayoría de los casos sin escucharse ni entenderse entre ellos.  Así como una radio puede sintonizar diferentes frecuencias:

AM, FM y digital, en un equipo de trabajo cada generación tiene su dial y para escucharlos se requiere gestión.


La realidad es cruda:  Las generaciones más jóvenes buscan rapidez, conexión digital y propósito mientras que los mayores demandan sabiduría, estabilidad y contacto humano. Esa brecha generacional es un riesgo estratégico que a menudo provoca que los proyectos de transformación digital fracasen sobre todo en aquellos que siguen considerando que la tecnología es la solución a todos los problemas y no el medio para lograrlo.  Antes de implementar herramientas, necesitamos conversaciones honestas: escuchar sin juicio, entender sin prejuicio. La velocidad no reemplaza al criterio, ni la experiencia al dinamismo. El verdadero cambio empieza cuando logramos que ambos mundos se sienten a la misma mesa.


Conozco un caso de un proyecto donde se intentó reemplazar algunos procesos con IA, pero su impacto no fue el esperado al no integrar todas las perspectivas involucradas.  El talento joven brilló en técnica y adopción mientras que los mayores continuaron desarrollando el proceso de la forma habitual porque se sintieron irrespetados al ver que su experiencia y conocimiento no fueron tenidos en cuenta.


Cuando la tecnología avanza sin preparar al equipo, no hay celebración: ¿De qué sirve la tecnología si quienes la usan no se sienten parte del cambio? Las herramientas estaban listas, las personas no.  Esa fricción constante entre generaciones terminó por erosionar la cohesión del equipo de trabajo.  Un sistema puede aprender patrones, pero solo las personas entienden el por qué detrás de esos patrones. Si no incluimos esa sabiduría en los diseños, estamos construyendo soluciones incompletas.  Un sistema, proceso o cultura que solo responde a una generación está condenado al cortoplacismo.


La diversidad generacional más que un tema de inclusión es una estrategia de sostenibilidad. Involucrar a todos no es un favor, es una necesidad del negocio


El enfoque tradicional de transformación digital es: primero el software, luego los procesos y por último las personas, pero para darle vuelta a la situación se invirtió por completo ese orden: Se trabajó en las personas, luego se repensaron los procesos y por último se implementaron las herramientas. Se conformaron duplas generacionales donde los mayores transmiten contexto, juicio y experiencia mientras los jóvenes aportan soluciones innovadoras, rapidez digital y guía tecnológica.  Así, la transformación digital dejó de ser amenaza y se convirtió en oportunidad al tejer una red generacional donde cada voz fue escuchada y cada frecuencia sincronizada en armonía….  ¡Arquitectura relacional en su máxima expresión!


Ya no basta con saber de tecnología o metodologías, los líderes del mañana serán aquellos que sepan traducir lenguajes entre generaciones, articular puentes y diseñar entornos donde la diferencia potencie en vez de dividir. La empatía será tan valiosa como el conocimiento técnico.  Las organizaciones que entiendan que la tecnología no reemplaza el propósito, sino que lo amplifica cuando se usa bien, no sólo cambiarán más rápido sino que evolucionarán con sentido. Al final no se trata de implementar herramientas por moda, sino de usarlas para resolver problemas reales para personas reales. El propósito conecta lo que hacemos con el para qué lo hacemos.  La verdadera transformación digital comienza cuando la conexión humana florece, cuando logramos cambiar la forma en cómo nos vemos, nos valoramos y nos relacionamos unos con otros.


Me cuentan qué les parece.  Nos vemos pronto.

Saludos cordiales.

Jorge Luis Rojas Sandoval

Socio Colaborador de GestionEnTI.com

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