Como ya todos saben este sábado 7 de noviembre partió de este mundo nuestro socio fundador José Miguel Santibáñez Allendes.
Escribo estas breves líneas para tratar de sacar la inmensa pena que me embarga. Por eso me tomaré la libertad de compartir algunos recuerdos sobre él.
Tengo absoluta claridad que lo conocí un día sábado en la mañana a pocos días que me hice cargo, casi por casualidad, de la dirección de Ingeniería Informática en la Universidad Ucinf. Llegó con su parka verde larga y una polera roja con las figuras de Astérix y Obélix. Al verlo pensé que era un estudiante que iba a presentar algún problema que yo debería resolver lo antes posible. Fue una grata sorpresa enterarme que era el Profesor de Sistemas de Información y que el motivo de su visita era apoyar mi gestión.
Con el tiempo fue demostrando, cada vez más, una altísima capacidad académica haciéndose cargo de varios cursos, todos desarrollados con una alta satisfacción por parte de los alumnos.
En paralelo fuimos desarrollando una profunda amistad ya que compartíamos muchos temas e intereses: cine y novelas de ciencia ficción, historietas y programas de televisión de tipo humorístico y por supuesto el Grupo Humorístico argentino Les Luthiers. Se que estos temas son considerados en general como muy ñoños pero es que José Miguel era un académico de gran capacidad y con una inmensa cultura en temas informáticos (fue la primera persona que conocí que administraba su propio servidor web y además mantenía un espejo del lenguaje PHP en Chile) pero a la vez mantenía toda la pureza de alma y espíritu de un niño. Como se sabe todos empezamos la vida con una gran inocencia y la vamos perdiendo conforme pasan los años. Yo pienso que en el caso de José Miguel esto no ocurrió y él la conservó siempre.
Solo quiero terminar diciendo que te echaré mucho de menos ya que no tendré a quien consultar cuando me surjan dudas de los temas emergentes en Informática. Siempre recordaré la frase “¿hola que se cuenta?” seguida de la mayor buena disposición para ayudar en lo que tus amigos y estudiantes requirieran. Tampoco olvidaré el saludo que me enviaste el domingo pasado anticipándote de que ibas a estar muy ocupado para el día de mi cumpleaños. El libro digital que me obsequiaste lo guardaré con mucho cariño ya que representa la última, de las muchas gentilezas que tuviste conmigo.
Adiós amigo, espero que nos volvamos a encontrar para volver a disfrutar de tu sentido del humor y tu grata compañía.
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