Tecnología y Estrategia: cables submarinos de Taiwán y Japón
- Administrador GestiónEnTI
- hace 5 días
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Compartimos un interesante análisis de la relación entre Tecnología y la estrategia de los países. En este caso, un comentario del Sitio "The Political Room".

Salida de un cable submarino Italia - EE.UU. (4.704 millas náuticas de largo), en Rockaway Beach, Queens, Nueva York, enero de 1925. Fuente: Bindesarchiv Tomado de: https://thepoliticalroom.com/blog/el-talon-de-aquiles-digital-cables-submarinos-de-taiwan-y-japon
Taiwán y Japón son piezas centrales del sistema nervioso digital de Asia: la red de cables submarinos. Este entramado, que sostiene su conectividad con el resto del mundo, es también su talón de Aquiles. La dependencia casi total de estos enlaces físicos convierte sus puntos de entrada y reparación en objetivos prioritarios en cualquier escenario de crisis.
En The Political Room, JM Pérez Triana describió los cables submarinos como la infraestructura discreta pero esencial que sostiene la globalización, mucho más relevante que los satélites para el tráfico internacional de datos. Sin embargo, su papel estratégico pasa casi inadvertido para el público general.
Asimismo, señalaba que esta dependencia entrañaba riesgos geopolíticos evidentes: sabotaje, espionaje y una pugna creciente entre potencias por controlar rutas y nodos críticos. Su conclusión era clara: proteger y diversificar estas infraestructuras no es una opción, sino una necesidad estratégica para garantizar la seguridad y estabilidad de las comunicaciones globales.
Triana ya lo advirtió en nuestro medio, varios años antes de que en 2025 se convirtiera en noticia. Y es que, en el mar Báltico, varios cables submarinos han sufrido daños sospechosos, alimentando el temor a sabotajes en plena tensión con Rusia. Aunque algunas investigaciones apuntaron a accidentes marítimos, persisten las sospechas sobre posibles acciones encubiertas rusas. En respuesta, la OTAN ha reforzado la vigilancia y protección de infraestructuras críticas en la región. Recientemente, Suecia detuvo un buque acusado de sabotear un cable de fibra óptica letón, mientras que Finlandia arrestó a la tripulación del petrolero Eagle S, vinculado a Rusia, por dañar el cable eléctrico Estlink-2 entre Finlandia y Estonia.

Petrolero Eagle S, fondeadero de Svartbäck, Porvoo, Finlandia. En el fondo: Isla Emäsalo. El ancla de popa está desbaratada. Fuente: Htm
Dependencia estratégica y vulnerabilidades
Esta preocupación internacional obliga a mirar hacia los cables submarinos de Taiwán y Japón, infraestructuras críticas para sus economías insulares y su seguridad nacional. En un contexto geopolítico tenso, son puntos vulnerables que, de verse comprometidos, tendrían un impacto inmediato.
En el caso de Taiwán, el 95% del tráfico de internet depende de 14 cables que enlazan la ínsula con Japón, Filipinas, Hong Kong y otros países. Las islas periféricas, como Matsu, son especialmente frágiles: registran 5,1 interrupciones anuales de media, unas cincuenta veces más que el promedio global. En enero de 2025, dos cables próximos a Matsu quedaron inutilizados, dejando incomunicadas a 14.000 personas.
Obviamente, China es percibida como una amenaza directa. Buques sospechosos —como el Shunxing 39, con registro en Camerún y Tanzania— han dañado cables submarinos cerca de Taiwán. Aunque las autoridades atribuyen algunos incidentes al “deterioro natural”, la desconfianza persiste.
Taiwán ha clasificado sus 14 cables internacionales y 10 domésticos como infraestructura crítica, endureciendo las sanciones por daños y elaborando listas negras de embarcaciones sospechosas. La cooperación internacional es ya un pilar de su estrategia de protección y resiliencia, parte del blindaje que la “isla rebelde” busca para asegurar sus sistemas vitales.
Japón enfrenta una vulnerabilidad similar: el 99% de sus comunicaciones internacionales dependen de cables submarinos. Para reducir riesgos, impulsa proyectos como el E2A, un enlace de 12.500 km de fibra óptica y capacidad de 192 Tbps que conectará Japón con Taiwán, Corea del Sur y Estados Unidos. Su puesta en marcha, prevista para 2028, está a cargo de SoftBank, Alcatel Submarine Networks y socios estadounidenses, y reforzará la conectividad transpacífica. En este marco, Washington respalda a Taiwán en el entrenamiento militar y la protección de cables, aunque evita desplegar una presencia directa que pueda escalar la tensión con Pekín.

Ceremonia de firma celebrada en Seúl, Corea del Sur, y el trazado del proyecto del cable submarino E2A.
No se puede entender la tensión en la región sin poner el foco en la guerra híbrida y las actividades en la zona gris. El sabotaje o corte de cables podría formar parte de una estrategia china para aislar a Taiwán sin recurrir a un conflicto abierto. Los bloqueos navales y los ciberataques son componentes habituales en los ejercicios militares de Pekín alrededor de la isla. Como señalábamos al inicio de este análisis, en el Báltico y otras zonas de Europa, los sabotajes atribuidos a Rusia han demostrado la dificultad a la hora de depurar responsabilidades y la lentitud de las reparaciones.
El siguiente mapa de cables muestra que Taiwán cuenta con pocos puntos de entrada para su red: el 90% del tráfico pasa por solo dos estaciones terrestres. Esto crea cuellos de botella que facilitan su bloqueo en un escenario de crisis. Incidentes recientes han evidenciado lo sencillo que resulta dañar estas infraestructuras. Si esos nodos críticos quedaran fuera de servicio, el país podría quedar prácticamente incomunicado.
Los cables suelen llegar a la costa y ser enterrados por buzos y robots especializados para protegerlos de anclas y redes de pesca, pero en aguas profundas permanecen expuestos sobre el lecho marino. Una interrupción prolongada paralizaría sectores vitales como el comercio electrónico (24% del PIB) y la industria de semiconductores (65% de la producción global). El impacto de un corte masivo sería devastador: bloqueo de transacciones comerciales internacionales, interrupción de la coordinación militar con aliados, y afectación directa a servicios públicos como salud y educación.
Paralelismos con Japón
El país del sol naciente es un nodo clave del Pacífico, conectado por cables que enlazan desde Oregón (EE.UU.) hasta las prefecturas de Chiba y Mie, además de otros puntos estratégicos del archipiélago. Como nación insular, comparte con Taiwán la misma vulnerabilidad estructural: sin fronteras terrestres que permitan conexiones físicas de fibra óptica, los cables submarinos son su única vía para intercambiar datos a gran escala.
Japón, aunque sufre escasez de barcos cableros, pertenece al reducido grupo de países que cuenta con esta capacidad en su industria naval. Estos buques son esenciales para reparaciones rápidas y compiten directamente con empresas chinas en expansión, como Hengtong. El gobierno nipón planea subvencionar la producción e instalación de cables, con inversiones en barcos cableros y apoyo a compañías como NEC, líder global en fabricación.
La economía japonesa enfrenta riesgos similares a los de Taiwán, con rutas críticas que atraviesan zonas geopolíticamente disputadas, como el estrecho de Taiwán. En su condición de hub tecnológico global, cualquier interrupción afectaría de forma inmediata a las cadenas de suministro y a las operaciones de gigantes como Sony o Toyota. Aunque explora alternativas como las redes satelitales, la dependencia de la manufactura y del comercio internacional exige una conectividad masiva y estable que, por ahora, solo los cables submarinos pueden garantizar.

Eficiencia, instalación y alternativas tecnológicas
Los cables de fibra óptica submarinos transmiten datos a velocidades de terabits por segundo (Tbps), muy por encima de la capacidad de los satélites, que presentan mayor latencia y ancho de banda limitado. Esto otorga a los cables una ventaja decisiva en velocidad y capacidad. Mantener una red satelital con prestaciones equivalentes sería prohibitivamente caro. Por eso, los cables siguen siendo la opción más escalable y rentable para sostener el alto tráfico de datos de las economías digitalizadas.
Taiwán experimenta con alternativas como Starlink o globos de gran altitud, pero su capacidad es reducida: apenas gestionan entre el 2% y el 5% del tráfico total, lo que los hace insuficientes para reemplazar a los cables submarinos en volumen o velocidad.
La instalación comienza en una estación costera, donde el cable se conecta a la red terrestre. Desde allí, un barco cablero lo despliega a lo largo de la ruta prevista. En zonas de riesgo, el cable se entierra mediante robots o arados submarinos para protegerlo de anclas y redes de pesca. Las áreas más próximas a la costa son también las más vulnerables, lo que obliga a vigilar con especial atención los puntos de entrada. En aguas profundas, el cable queda expuesto sobre el lecho marino, aunque la probabilidad de daño es menor.

En Japón, algunos tramos atraviesan la fosa de Japón a más de 8.000 metros de profundidad, lo que añade una complejidad considerable a cualquier operación de reparación.
Conclusión
Los cables submarinos son auténticas arterias digitales cuya protección es inseparable de la soberanía de Taiwán y Japón. En un escenario donde China y Rusia han demostrado capacidad para sabotear infraestructuras críticas, la combinación de inversión en infraestructura, cooperación internacional y respaldo tecnológico resulta esencial para garantizar la continuidad de sus comunicaciones.
La dependencia de estos cables refleja la geografía insular, el nivel de desarrollo tecnológico y el modelo económico de ambos países, pero también constituye una vulnerabilidad estratégica. La apuesta por la redundancia —con más rutas y estaciones de amarre— y por alternativas tecnológicas como redes satelitales busca reducir el riesgo, aunque no puede sustituir la infraestructura submarina, que seguirá siendo la columna vertebral de su conectividad global.

Espero que les resulte interesante esta relación Tecnología - Estrategia.
Atentamente
Profesor Gerardo Cerda Neumann
Editor del Blog de la Comunidad
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