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¿Quisiste Aprender de Análisis Estadístico, Pero te Costó Entenderlo?…



Yo leí hace tiempo el libro El economista camuflado de Tim Harford y me pareció una buena introducción a los conceptos de economía. Por esa razón, cuando vi que se ofrecía este texto decidí comprarlo. Y el resultado fue excelente.


El autor presenta sus ideas en diez mandamientos estadísticos:

Primero, debemos aprender a concedernos un segundo y fijamos en nuestra reacción emocional ante una afirmación, en lugar de aceptarla o rechazarla por lo que nos hace sentir.


Segundo, debemos hallar maneras de combinar la perspectiva estadística <<a vista de pájaro>> con la perspectiva de la experiencia personal <<a vista de gusano>>.


Tercero, debemos fijarnos en las etiquetas de los datos y preguntamos si de verdad comprendemos qué describen.


Cuarto, debemos buscar comparaciones y contexto para poner perspectiva una afirmación.


Quinto, debemos verificar de dónde provienen las estadísticas que otros datos pueden haberse desvanecido en la oscuridad


Sexto, debemos preguntarnos quién o qué falta en los datos y si nuestras conclusiones serían distintas si se incluyeran.

Séptimo, debemos investigar en profundidad los algoritmos y las bases de datos, y tener en cuenta que sin una transparencia inteligente no son dignos de confianza.


Octavo, debemos prestar más atención a la base que ofrecen las estadísticas oficiales y a algunos estadísticos heroicos que las protegen.


Noveno, debemos mirar bajo la superficie de cualquier gráfico diagrama atractivo a la vista.


Y, décimo, debemos mantener la mente abierta, preguntarnos en qué podemos estar equivocados y si han cambiado los hechos.

En el libro se dedica un capítulo a desarrollar cada tema explicándolo con numerosos ejemplos tomados de la vida cotidiana.


Entre estos ejemplos se pueden destacar los siguientes:


1. El del coleccionista de arte holandés, historiador de arte y conservador de museos Abraham Bredius quien cayó en una estafa cuando le fue presentado un falso cuadro del pintor Johannes Vermeer. Lo que ocurrió fue que un hábil estafador pintó una obra que llamó la “Cena de Emaús” y que le hizo llegar al historiador y experto representando una inexistente etapa de cuadros religiosos. Este último la creyó verdadera porque quería que lo fuese. El engaño fue tan completo que solo se supo de él al término de la guerra cuando el estafador tuvo que confesar que ese cuadro, que había vendido al líder nazi Göring, en realidad no existía. Cabe destacar que el profundo conocimiento de las obras de Vermeer fue un lastre más que una ventaja para el señor Bredius. Cuando vio la Cena de Emaús, su reacción emocional lo nubló. Y esa misma trampa acecha a cada uno de nosotros. La conclusión del autor es que “Todo el conocimiento estadístico del mundo no evitará que creas afirmaciones que no deberías creer y que rechaces hechos que no deberías rechazar. Ese conocimiento debe complementarse con tu propio control emocional ante las afirmaciones estadísticas” (página 33).


El consejo es que “Todo el conocimiento estadístico del mundo no evitará que creas afirmaciones que no deberías creer y que rechaces hechos que no deberías rechazar. Ese conocimiento debe complementarse con tu propio control emocional ante las afirmaciones estadísticas” (página 33).


Como corolario el autor comparte que “Antes de repetir una afirmación estadística, trato de identificar cómo hace que me sienta. No es una prueba infalible contra los engaños, pero es un hábito que no hace daño y que a veces resulta de mucha ayuda. Nuestras emociones son poderosas. No podemos borrarlas, ni es eso lo que queremos, pero podemos, y debemos querer, darnos cuenta de cuándo las emociones nublan nuestro entendimiento” (página 36).


2. A partir de lo que los psicólogos llaman <<razonamiento motivado>> (consiste en pensar en un tema con el objetivo, consciente o inconsciente, de llegar a un tipo de conclusión particular, como cuando en un partido de fútbol, vemos las faltas que comete el equipo contrario pero no las del nuestro), el autor concluye que: “quienes tiene más conocimiento están mejor preparados para detectar los engaños, pero si caen en la trampa del razonamiento motivado son capaces de aducir más razones para creer en cualquier cosa que quieren creer” (página 42).


3. Otro ejemplo es referente a sobre reaccionar ante información que surge rápidamente y que nos inunda sin control. Ante esto el autor comenta: “¿Cuándo fue la última vez que Donald Trump, o, en la misma línea, Greenpeace, tuiteó algo con la intención de que reflexionáramos con calma? Los persuasores de hoy no quieren que nos paremos a pensar. Quieren estresarte y hacerte sentir. No tengas prisa” (página 52).


4. Quizás el más sorprendente de todos fue la situación que enfrentó a dos encuestas de intención de voto en la elección de presidente de 1936 en Estados Unidos. En esa época una revista, Literary Digest, realizó una encuesta a 2.400.000 de norteamericanos en una época en que el país tenía 128 millones. Por su parte George Gallup hizo el mismo ejercicio pero con muchas menos personas.


¿El resultado? La encuesta de Literary Digest predijo 55% de los votos para el candidato Republicano Alfred Landon y solo un 41% para el Demócrata Franklin Delano Roosevelt. Sin embargo la realidad fue un aplastante para Delano Roosevelt y solo un 37% Landon.


Por su parte Gallup (creador justamente de la encuesta que lleva su apellido) predijo casi con total exactitud el resultado.


Esta situación se explica mediante el <<margen de error>> de las encuestas de opinión que es el parámetro de este riesgo: cuanto más amplia sea la muestra, menor será el margen de error.


Entonces, ¿por qué un las tres mil entrevistas de Gallup les ganaron a 2,4 millones? La respuesta es que el error de muestra tiene un riesgo mucho más peligroso: el sesgo de muestra. El error de muestra se da cuando esta no ha sido en absoluto aleatoria. George Gallup si lo logró, obteniendo un resultado muy preciso. Por su parte Literary Digest recurrió a la entrevista de personas que poseían teléfono y vehículos ya que usó estas listas de información. ¿Qué ocurrió? Que las respuestas tuvieron un claro sesgo al basarse en personas de un nivel socioeconómico muy alto en esa época y que además estaban más interesadas en dar su opinión.


Como pueden ver, el libro es muy interesante y permite adentrarse en el análisis numérico de una forma muy sencilla y didáctica.

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