Generalmente las aplicaciones móviles se descargan gratuitamente o con un pago muy bajo. Por ese motivo la usabilidad de estas aplicaciones es quizás más importante que en las aplicaciones de computadores personales. Si el usuario de móvil queda satisfecho, usa y recomienda la aplicación, de lo contrario esta pasa al olvido.
El texto que continúa está tomado del capítulo "Conceptos fundamentales" del libro "Diseñando aplicaciones para Humanos" del que soy co autor.
Como una manera para mejorar la usabilidad se propone el Diseño Centrado en el usuario (DCU) el que se define como “una filosofía o un enfoque porque como diseñadores partimos de una premisa que condicionará todas nuestras acciones: el usuario debe ubicarse en el centro de toda decisión de diseño. No sólo diseñamos productos, diseñamos experiencias de usuario, porque no es posible entender el producto desvinculado de su uso, su contexto, o de las necesidades y motivaciones del usuario final” (Hassan Montero & Ortega Santamaría, 2009, p. 40).
Los orígenes del DCU se consideran en los años 50 específicamente en el ámbito militar. Dentro de las disciplinas en las que se basaba en esa época estaban: antropometría (estudio de las medidas del hombre), ergonomía (diseño de los lugares de trabajo), arquitectura (arte y técnica de proyectar y diseñar edificios) y la biomecánica (área de conocimiento interdisciplinaria que estudia los modelos, fenómenos y leyes que sean relevantes en el movimiento y el equilibrio de los seres vivos).
Dentro de sus pioneros cabe destacar a Henry Dreyfuss, quien en el libro “Designing for people” de 1955 popularizó la concepción del “diseño como proceso”. El aplicó este concepto en los diseños de teléfonos de la serie 500 para Bell Telephones. En la figura siguiente se describe uno de estos modelos:
Cabe destacar que usabilidad es “un atributo de calidad del diseño” y que el DCU es “una vía para alcanzar y mejorar empíricamente la usabilidad del producto”.
Para entender mejor el DCU se presenta una imagen que lo resume:
El modelo que propone es iterativo incremental ya que nos permite aproximarnos paulatinamente a una aplicación que posea la usabilidad que se necesita. Las fases son las siguientes:
1. Planificar el desarrollo de la interfaz.
2. Especificar el contexto de uso de la aplicación considerando quién la usará, dónde y en qué contexto.
3. Especificar los requisitos que la aplicación deberá cumplir.
4. Proponer soluciones de diseño de baja, mediana y alta fidelidad.
5. Evaluar con el usuario final dichas interfaces para escoger la que mejor se acomode a lo que se necesita.
6. Si la evaluación no es satisfactoria se pueden repetir las fases 2 a la 5. Si la evaluación es correcta se da por terminado el diseño de la interfaz y se procede a su construcción.
Evidentemente que este tipo de diseño permite incorporar al usuario final y de esa manera aumentar la probabilidad de que el software satisfaga sus necesidades y expectativas.
Fuente: Informe APEI sobre usabilidad, Hassan y Ortega, 2009, 74 páginas.
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